domingo, septiembre 18, 2005

Interminable golosa
que no te callas tu risa
que lanzas al aire
para anunciar
tu presencia.
La locura te cubre
la diferencia la marca
cuando nos haces llorar por
no saber comprender
que la nobleza no es
sinónimo de sensatez.
Ayudada por todos
a respirar y a sentir
nos abres la boca,
las piernas y el todo
ofreciendo a la vida
un trozo de cuerpo
un infame cariño
un tremulante latido,
un insomne suspiro
ante una taza de café.
María vestida de seda
con buñuelos en las manos
y en la panza una lombriz,
es al tiempo precisa
y escasa como la sangre
realmente escarlata que
mancha su bata.
Maria Mariana, verónica
exhausta sin esfuerzo redimido
Y con ansias por morder
tiene los brazos atados,
metida en un saco de palma
del cual sucumbe silenciosa
caída la noche, sin más esperanza
que volver a reír al día
no sé si mañana.