Ardentía muerta
Toman las calaveras té de tierra,
se pintan los huesos con polen de color,
y algunas se adornan la frente con margaritas
mientras otras duermen enredadas
en sábanas garapiñadas
y meciéndose en las hamacas.
Me han dicho
que ya no veré al oleaje ni a la ardentía
taciturna, pues
la maja muerte al mar ha echado piedras y botellas
y lo ha enterrado todo.
No hay agua ni ruido,
ni peces, ni medusas,
ni náufragos, ni colas de sirenas
asomándose a la lejanía
sólo sus quejas y sus risas
sin figura, y sin eco.
Ríen a muerte las huesudas
mientras chocan sus dedos con las copas
y aplauden a la brisa que las humecta.
Me tienen atada,
Sacaron me de mi sueño
para ponerme en esta silla de palma
Mi boca está seca
Y sobre mi cabeza
cargada de resentimientos
dormita una gaviota.
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