viernes, septiembre 23, 2005

Del cuerpo se puede esperar todo

La flor más pulcra
de todo mi jardín
no era blanca,
sino rosa,
como el sexo,
Muy secreta,
y muy victima de sí.
Visionaria de su porvenir,
apresurada,
lejos de una jarra
y del agua
tiró sus espinas a la calle,
dejándome su
tallo sin chiste, sin dolor,
de agudo a opaco
y de peligro a lástima,
seca al día en que la noche
no se sintió corta
amaneció la más pulcra
y destructible flor.