martes, octubre 10, 2006

No voy a escribir sobre rosas o amores, eso se lo voy a dejar a quien realmente necesite hacerlo.

Dejé los tacones tirados a medio pasillo y mi mamá se tropezó con ellos, ahora, tengo que ponerle pomada cada vez que le duele la cola y mientras refuta que fue por mi grandiosa culpa, que si cuando chingados voy a crecer, que si acaso me peino con una cuchara o me lavo los dientes con la aspiradora, lo que más me duele o me da más risa es que sí, efectivamente FUE POR MI CULPA, yo dejé los tacones en el lugar equivocado. Equis. Últimamente he andado muy valín, yendo y viniendo con mi morral de libros – como siempre- y con mi cámara para todos lados.
Dejé de ir al sushi pues en una de esas veces que fui me enfermé por comer un rollito pasado, me las vi negras!, me la pasé súper mal, ahora, mi nuevo pasatiempos es irme a la plaza, comprarme un algodón y dejar que las hormigas se lo devoren por mí mientras yo leo, siento los escalofríos de los muertos, o me río de la gente con pocos dientes. Ayer me reí bastante de un mocoso que amenazaba a su madre porque esta no le quería comprar una pistolita de esas que están bien chilas y que dan toques, la mamá lo nockeó de una cachetada para que ya no estuviera fregando tanto, dejando escapar estas dulces palabras “lepe maldito” volteándome a ver, en eso llega un señor con un paquete en las manos y preguntando qué tiene el niño, en menos de tres segundos estira su brazo y le entrega “una fabulosa pistolita con todo y láser… de esas, sí de esas que están bien chilas y por las que cualquiera chicos o grandes se amacharía.