El defécto
Aquéllas divinas hembras,
Dádivas inmensas para el mundo
Filósofas y sabias amantes del sexo,
No encuentran su lugar.
Desnudas e infiltradas,
Buscando una respuesta
Tan irreverentes y cansadas,
lisas, flacas, gordas, enanas,
o de rubios cabellos,
repletas de hoyos impenetrables
a leguas predican el fallo a su libertad.
Necesarias confidentes
dispuestas siempre a empaparse,
y a ceder ante el placer prohibido
hurgan entre sus pechos la nata verdad.
Infranqueables meritorias de tripas blancas,
que hacen del trabajo en casa
lo que la medicina a la urticaria
se inyectan poemas para recitar.
¿Por qué hemos de flagelarte
o morderte las piernas
Si después de todo lo que ofreces,
en tu espalada solo cargas costales de llanto?
Radica mujer tu defecto en criar ingratos.
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