lunes, agosto 01, 2005

Acróstico empolvado

Un O que me quiso un invierno con la impureza de mi alma.
Un R que me mostró sus pómulos, una cuarta dimensión y unos labios morenos poco más que su ombligo.
Un LA que no fue florido, sino seco.
Un N que aún no se va.
Un D anclado al corazón ennegrecido y con las venas blancas.
Un O que siempre traigo en mis recuerdos.

Un Orlando, como de los tantos que he conocido, por distinción el amor que guarda, la amistad que daría tan cara, como el oírle cada año nuevo, y el tenerle cada que quiero.