Mi tímida alabanza

Eres mi ardid, mi polución,
mi llanto, mi ironía,
Eres la fuerza que escondida
me impulsa a vibrar
sobre la cama
y despertar soñando
que te marchas,
Eres canela blanca,
Ballet vulgar,
Danza de duda sin alma,
no existe la risa sin ti,
mil rayas no pintan una franja,
lo terrible se vuelve extraordinario,
Eres de la nada y de la ciencia
un hombre,
un cuerpo,
un dogma doliente de
saberte ajeno.
Eres lo que cedo
en mis escritos,
si me matan o me muero;
reacio, indócil a mi forma,
maldito por genética
brillante por el ocio
obstinado por manía,
y en mercancía:
la dádiva que puso Dios
un día frente a mí
en aquella silla
donde te encontré asustado.
Eres desapego,
la más cruel torcedura de codo,
el más agudo dolor de vientre,
la más tierna mirada impaciente.
Eres de entre tanto
la criatura
bajo embuste,
más serena,
más cerrada,
más tímida
y más currinche
que en mis sueños
Yo hubiese soñado.