martes, abril 05, 2005

El efecto de estar azul

Rumbo a la escuela me topé con un alegre transeúnte que se estiraba y se rompía en muecas de tanta felicidad mientras yo recorría como normalmente hago, la sucia banqueta, pateando piedras y cuanta lata llega a rozar mis pies (cabizbaja siempre y valín)… Seguí caminando con el propósito de ganar paso y rebasarlo, para así veinte metros al frente recorridos olvidarlo, a mi caminar acompañé con mi jeta más larga y menos complicada, sí, esa que pongo cuando algo me extraña o me disgusta y que a fuerza lo tengo que hacer, entonces el igualado señor se posó ante uno de mis costados y me preguntó: ¿estás enojada, mamacita?… y yo muy discreta le respondí: No, estoy azul. El tipo pasó de mí costado a mí flanco frontal y tocando con su roñoso dedo índice mi nariz miró el piso, luego el destellante sol y me dijo: Deja las drogas, chiquita, ¡mira tu belleza…!

Azul también es sinónimo de tristeza: Estoy azul, Estoy triste.